domingo, 22 de mayo de 2011

Bloque 4. Literatura Folclórica. "Toda Clase de Pieles".

ADAPTACIÓN DE "TODA CLASE DE PIELES".
Erase una vez un rey y una reina que vivían en un país muy muy lejano. Estaban muy enamorados y eran jóvenes, buenas personas y tan tan tan tan guapos, que todo el mundo les admiraban.
Un día, comiendo en su palacio, la reina le dijo al rey que estaba embarazada por lo que todo fue alegría. Entonces, decidieron hacer una fiesta para celebrar tan buena noticia.
Al cabo de nueve meses, la reina dio a luz a una preciosa niña. Creían que no podían ser tan felices como en aquel momento.
Pero al cabo de unos días, la reina enfermó y murió. Antes de morir, le dijo al rey que se casara con una mujer más hermosa que ella para que la hija que habían tenido, la princesa, pudiera tener hermanos, y el rey aceptó.
El rey estaba muy triste porque estaban muy enamorados, pero se consolaba con su hija.
Fueron pasando los años, y la princesa fue creciendo y haciéndose mayor por lo que su padre decidió casarse con otra mujer por lo que empezó a salir de fiesta para conocer a mujeres jóvenes y casarse con alguna de ellas que fuese más hermosa que su mujer fallecida.
Una noche cenando con su hija, comentó a la princesa que había encontrado a una mujer mucho más bella que su madre, incluso más que su mujer. La princesa se horrorizó porque era guapísima pero también malísima y le dijo que eso era imposible, por lo que se enfadó tanto que se subió a su habitación sin dormir.
El rey intentó que su hija entrara en razón, que era una petición que le hizo su madre antes de morir, pero ella no lo entendía. Así que le dijo que si quería casarse con esa mujer la tendría que regalar tres vestidos y hasta que no estuvieran terminados no se casaría con nadie. Pero no eran tres vestidos cualquiera, uno tenía que ser tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y el último tan brillante como las estrellas. El rey le dijo que así sería, pero la princesa sabía que se tardarían por lo menos dos años en hacer los vestidos y, mientras tanto, a su padre se le olvidaría que quería casarse con otra mujer.
El rey mandó a sus consejeros y sastres conseguir el oro más puro del mundo para convertirlo en el hilo más precioso que existe y hacerle el primer vestido a la princesa, tan dorado como el sol. Luego, tuvieron que buscar la plata más bonita del mundo para hacer el segundo vestido, tan plateado como la luna. Y, por último, tenían que encontrar la manera de convertir el diamante el hilo para hacer el tercer vestido tan brillante como las estrellas, cuyos adornos también serán diamantes. Los costureros le avisaron al rey que iban a tardar mucho, pero al rey no le importaba así que se pusieron manos a la obra.
Al cabo de dos años, terminaron los tres vestidos por lo que llamó a su hija y le enseñó los tres vestidos. ¡¡¡Eran maravillosos!!! La princesa, al ver aquellos vestidos, no sabía cómo decirle a su padre que no quería que se casara con aquella mujer tan guapa y malvada a la vez, porque, desafortunadamente, no se había olvidado… Así que la princesa, le dio las gracias por el regalo que le había hecho pero le quería pedir un último regalo, para ver si ahora se olvidaba. Su petición era un abrigo con todas las clases de pieles de animales que existan en el planeta. El rey se quedó boquiabierto, pero aceptó.
El rey mandó a sus cazadores  y a sus costureros para que fueran diseñando el abrigo con un trocito de piel de cada animal.
Después de un año, el rey volvió a llamar a su hija para enseñarle el abrigo. Era un abrigo raro pero muy bonito, extraordinario. Por arriba era ajustado y por abajo muy ancho, al igual que las mangas, y tenía una capucha para que no pasase en ningún momento frío. Cuando la princesa vio el abrigo, ya no sabía qué hacer que su padre no se casara con esa mujer tan espeluznante.
Entonces pensó que como no tenía ninguna otra opción, por la noche, cuando todo el mundo durmiese, se iba a escapar con los tres vestidos en una maleta pequeña (el tan dorado como el sol, el tan plateado como la luna y el tan brillante como las estrellas) y con el abrigo hecho con toda clase de pieles. Además, también cogió dos colgantes que tenía de cuando era pequeña y uno de su madre (una rueca, una máquina de coser y el anillo de boda de su madre) y se lo colgó en una cadenita de oro que siempre llevaba en su cuello. Se puso el abrigo de toda clase de pieles y por la noche, sin que nadie la viera, se marchó del palacio.
A partir de entonces, su vida fue muy dura porque tenía que vivir en el bosque y teniendo mucho cuidado de lo que comía, para no envenenarse. En alguna ocasión cazaba o pescaba algún animal. Pero un mes después de su huída, estaba muy delgada y muy sucia porque dormía en el bosque, entre los árboles o en una cueva para que nadie la viera. Además, andaba todos los días muchísimo para alejarse lo más posible de su palacio y para que su padre no la encontrase. Siempre que oía algún ruido se escondía rápidamente por miedo a que la estuvieran buscando y la llevasen al palacio. Hasta que un día oyó ruidos de hombres que estaban cazando. Entonces, ella se escondió en un agujero que había en un árbol y se tapó con el abrigo de todas clases de pieles e intentaba en todo momento que su largo pelo rubio no se le viera, ya que todo el mundo la conocía por su hermoso pelo (aunque ahora lo tenía muy sucio, pero por si acaso). Y al cabo de unos minutos, escuchó que se acercaban pasos de uno de los hombres que estaban cazando con su perro de caza, el cual la empezó a oler. El joven, al tocar la piel se dio cuenta que era una piel fabricada así que levantó el abrigo para ver quien se escondía debajo de él. Y encontró a la chica. Le preguntó que quién era y ella le contestó que no se acordaba ni como se llamaba ni dónde vivía. El joven, llamó al príncipe de aquel lugar que también estaba cazando y le dio tanta pena ver así a la chica, que la llevo a su palacio para que se limpiara, comiese, descansara, trabajase como criada,… Ella no estaba muy convencida, pero el príncipe era tan guapo, que terminó aceptando la petición del príncipe.
Cuando llegó al palacio, le dijo que no sabía hacer nada, así que la llevaron a trabajar a la cocina para que el jefe de cocina, que era ya muy mayor y protestón, pero muy cariñoso, le enseñase a cocinar. Y así fue. Desde entonces, la empezaron a llamar Toda Clase de Pieles porque nadie sabía su verdadero nombre.
La princesa tenía que parecer una esclava para que no la descubriesen, así que se recogía el pelo, se manchaba la cara y los brazos. Intentaba hablar lo menos posible, haciendo todo lo que la mandaban para pasar desapercibida. A partir de entonces vivió en las cocinas.
Al cabo del tiempo, la princesa se enamoró del príncipe y siempre que podía le miraba desde la ventana de la cocina mientras el entrenaba con la espada o daba paseos a caballo. Y alguna noche, la princesa recogía la mesa del príncipe cuando cenaba para mirarle de reojo.
Pasado un año, ya hablaba con todos criados del palacio y todos la querían mucho porque cada vez que sobraba algo de comida, se lo daba a los pobres, que también la llamaban Toda Clase de Pieles porque cada vez que salía a la calle salía con el abrigo de toda clase de pieles.
El tiempo pasaba, y el príncipe iba teniendo edad para casarse por lo que sus padres decidieron hacer una gran fiesta para que acudieran todas las princesas acudieran a dicha fiesta. La fiesta consistía en una cena con baile y duraría tres noches; es decir, tres cenas con sus respectivos tres bailes a los que acudirían princesas de todo el planeta. Pero la princesa estaba muy tiste porque ella ahora era Toda Clase de Pieles.
Y llegó la primera noche de fiesta. Toda Clase de Pieles se tiro tooooodo el día en la cocina preparando la cena para que estuviera perfecta para todos los invitados. Cuando empezó el baile y ya estaba casi todo recogido, le pidió permiso al cocinero para ver el baile a escondidas sin que nadie la viera. El cocinero al principio se enfado un poco pero la dejó ir puesto que nunca había ido a un baile de palacio ni sabía cómo eran y le pidió que no volviera tarde porque le tenían que preparar la cena al príncipe antes de que se durmiese.
Una vez fuera de la cocina, se fue rápidamente a su habitación para limpiarse, peinarse, ponerse el vestido tan dorado como el sol e ir al baile de palacio. Cuando llegó al baile, todo el mundo se le quedó mirando, incluso el príncipe, y todas pensaron que Toda Clase de Pieles era con la que se iba a casar el príncipe, pero nadie sabía que era Toda Clase de Pieles, pensaban que era una invitada.
El príncipe enseguida empezó a bailar con ella, se reía muchísimo con ella,… Y cuando ella se dio cuenta que la gente se empezaba a ir, le dijo al príncipe que se tenía que ir urgentemente. Y así se fue porque tenía que volver a vestirse de criada, ensuciarse la cara y los brazos y recogerse el pelo. Cuando llegó a la cocina a prepararle la cena al príncipe, una sopa, el cocinero la regañó porque había llegado con poco tiempo para prepararle la sopa al príncipe pero la perdonó por ser la primera vez que ocurría. Entonces, Toda Clase de Pieles le hizo la sopa al príncipe y cuando se la estaba levando a su dormitorio, le puso en el plato de sopa uno de los colgantes que llevaba en la cadena que llevaba en el cuello. Le puso el colgante de oro con forma de rueca. El príncipe, se estaba acabando la sopa y se quedó sorprendido al ver aquel colgante en su plato. Lo limpió, lo guardó en una cajita e y se fue a las cocinas a hablar con el cocinero para saber quien había hecho la sopa pero él contesto que la había hecho él. El príncipe insistió y le preguntó que si no le había echado nada especial y el cocinero le dijo que no. Con esta respuesta, el príncipe se fue a su habitación a dormir pensando que había sido una simple casualidad. El cocinero le preguntó a Toda Clase de Pieles si le había echado algo raro/especial a la sopa del príncipe porque había ido a hablar con él, pero ella le dijo que no había echado nada que no fueran los ingredientes de siempre. Y todos se fueron a descansar que al día siguiente les esperaba otro día de cena y baile.
A la mañana siguiente, Toda Clase de Pieles se levantó temprano para preparar todas las cosas del baile. Cuando llega la noche, Toda Clase de Pieles le vuelve a pedir permiso al cocinero para poder ver el baile a escondidas y, aunque al principio el cocinero le dice que no, acaba cediendo pero la avisa de que no llegue tarde para prepararle la sopa al príncipe, ella asiente y se va corriendo a su habitación a limpiarse, peinarse, ponerse el vestido tan plateado como la luna e ir al baile. Mientras, el príncipe está nervioso porque no encuentra a la chica tan misteriosa con la que bailó la noche anterior. Cuando aparece, se dirige hacia ella para bailar juntos, dejando a un lado con la que estaba bailando. El príncipe le vuelve a preguntar que quién es y ella le responde que no se lo puede decir porque tenía mucha mucha prisa y se tenía que ir. Y se fue. El príncipe se preguntaba si al día siguiente la vería de nuevo. Toda Clase de Pieles se fue a su habitación, se quitó el vestido tan plateado como la luna, se manchó los brazos y la cara, se recogió el pelo y se vistió de criada. Rápidamente, se dirigió a la cocina para preparar la sopa al príncipe. El cocinero le dijo que como le gustó tanto al príncipe la sopa que hizo ayer (pensando que la hizo el cocinero), hoy la tenía que hacer también ella. Cuando la terminó y se la estaba llevando a su habitación, por el camino, le metió en el plato de la sopa el colgante de oro que tenía en su cadenita con forma de máquina de coser. El príncipe, cuando estaba terminándose la sopa, vio el colgante, lo limpió y se lo guardó, igual que la noche anterior. Y volvió a ir a la cocina para preguntarle al cocinero quién había hecho la sopa. Le respondió que la había hecho él mismo con los mismos ingredientes de siempre. Y el príncipe se marchó a su habitación a dormir ya un poquito enfadado porque no entendía que estaba pasando.
Y llegó la última noche del baile, la más especial de todas porque esta noche es en la que el príncipe tiene que decidir con quién se va a casar, por lo que todas las princesas se visten con sus mejores vestidos. Toda Clase de Pieles le vuelve a pedir al cocinero que la deje ir a ver el baile que es ya la última noche… El cocinero protesta pero como sabe que el príncipe está tan contento con la sopa, la deja ir. Ella se va corriendo a su habitación, se lava, se deja esta vez el pelo suelto (porque era lo que más llamaba la atención de ella), se echa colonia, se pone el vestido tan brillante como las estrellas y se va al baile. Cuando entra en el salón de baile, todo el mundo se queda quieto porque parece que ha entrado una diosa puesto que iba maravillosa y no había ninguna duda de con quien se iba a casar el príncipe. Cuando están bailando, el príncipe le empieza a decir otra vez que quien es y empieza a investigar. Ella ve que está a punto de adivinar quién es, poniéndose muy nerviosa por lo que el príncipe aprovecha para que, sin que se dé cuenta, ponerla un anillo. Ella se da cuenta que es más tarde que las noches anteriores por lo que solo le da tiempo a cambiarse de ropa, recogerse el pelo, ensuciarse la cara y bajar a la cocina a prepararle la sopa. El cocinero le regaña muchísimo porque ha llegado muy tarde. De camino a la habitación del príncipe, le mete el último objeto de oro que decora su cadenita, el anillo de boda de su madre. Pero esa noche, como se ha hecho tarde, el príncipe le pide a Toda Clase de Pieles que se quedé con él mientras se toma la sopa para que luego se lleve el plato a las cocinas, y ella asiente. El príncipe, cuando llega al final, ve el anillo y le dice a Toda Clase de Pieles que si sabía que era lo que había encontrado en el plato. Ella le responde que no y él le dice que es la pareja del anillo que lleva ella en su dedo. El príncipe le dice que sabía desde el primer día que no era una criada pero el príncipe quería ver hasta donde era capaz de llegar con ese engaño. Entonces le pidió a Toda Clase de Pieles que le contara quién era. Ella se lo contó todo, que era una princesa que había huido de su palacio porque su padre se quería casar con una mujer muy guapa pero muy mala malísima. El príncipe le dijo que no se preocupara de nada porque estaba enamorado de ella y se quería casar con ella y si su padre apareciese por el palacio, le echarían.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

ANÁLISIS.
Este es un cuento folclórico en el que suceden una serie de acontecimientos.
Estos acontecimientos atienden una estructura que ya vimos con Propp y es el viaje iniciático.
El viaje iniciático se presenta de la siguiente manera:
            - Nace.
            - Va creciendo junto a su padre.
            - Se escapa de casa (“rebeldía” adolescente).
  - Va madurando en el palacio del príncipe.
            - Se casa (pasa a la adultez y forma su propia familia).
La adaptación que he hecho de este cuento folclórico la he intentado enfocar lo más posible a Educación Infantil, especialmente al último curso (5- 6 años) porque creo que lo van a entender mejor los niños más mayores que los niños más pequeños.